Ahora que  hace pocos días que se celebró el día internacional de la mujer (8 de marzo) se me pasó por la cabeza comentar como está la situación de la mujer en mi profesión, la de medicina. Y es que si bien se afirma, se escribe en general, que sigue existiendo una gran brecha laboral entre el hombre y  la mujer en todos los sentidos (retributivos, ocupacionales según roles, de desempleo, …), esto es cierto a nivel poblacional pero no en todos los aspectos, ni en todos los colectivos. En el colectivo médico se da el hecho, paradójico o no, que con las mismas oportunidades y por méritos propios, la mujer supera en muchos aspectos al hombre.
Recuerdo hace algunos años que estuve por un sobrino en un acto  de homenaje a los recién licenciados (o de grado) de ingeniería de telecomunicaciones en Madrid, y escuché como el rector se lamentaba de que el porcentaje de mujeres en dicha carrera fuera cayendo, de memoria creo que habló de un 20% de las  ingenieras eran mujeres. Este dato me quedó en la cabeza, pues la idea que tenía de mi carrera, la de medicina, era justamente al revés. Actualmente es una carrera, que aún siendo de difícil acceso (o precisamente por ello), es de mujeres.
No hace mucho la carrera de medicina era de hombres, y más que una profesión se entendía como un estilo de vida sin horarios (la de mi tío Mateo Seguí Mercadal, la de mi bisabuelo Mateo Seguí Fedelich, una visión más bien liberal); en cambio en la actualidad la medicina es como cualquier otro trabajo, básicamente  asalariado (público o privado) con un horario determinado y de mujeres.
El cambio en nuestro caso ha sido radical. Tan radical que ha influido en la práctica médica  en muchos aspectos no solo laborales.
Y es que la feminizacion de nuestra profesión ha cambiado muchas cosas, por ejemplo, la relación médico-paciente, anteriormente más paternalista con una distancia médico/paciente mayor… a otra en general más empática, humana,  adulta, horizontal  y accesible que al final se ha contagiado a todos independientemente del sexo. Aunque, tal vez  haya que decir que estos cambios en el colectivo médico, aunque hayan coincidido con la irrupción de la mujer, se debieran tal vez a una adaptación nuestra profesión a un contexto distinto, aunque, en mi opinión, sea como fuere no cabe duda que serían cualidades aportadas por la mujer.
En cuanto a la práctica asistencial, en la resolutividad entre varones o mujeres médicas, no existen muchos estudios pero remitiéndonos a uno de hace unos años de Tsugawa Y et al (JAMA Intern Med. 2017) en el que estudió la mortalidad y las tasas de readmisión hospitalaria entre pacientes atendidos por médicos mujeres u hombres en un servicio de medicina interna entre enero del 2011 y diciembre del 2014 en la aseguradora americana Medicare, mostró como los pacientes tratados por mujeres médicas tuvieron una mortalidad menor que aquellos tratados por varones; aunque escasa diferencia; una mortalidad ajustada de 11,07%  frente a  11,49%;  y también algo menos en tasas de reingreso en el hospital a los 30 días, tasas de readmisión ajustadas de 15,02%  frente a  15,57%; también poco, pero significativo y que se mantenían en las 8 condiciones médicas analizadas.
Con todo, los sistemas retributivos influyen en los resultados y en dicho estudio los médicos/as tenían retribuciones por acto médico o servicio realizado (fee-for-service) no por salario como en nuestro sistema; que las mujeres eran más jóvenes (¿mayor formación?) que los hombres;  y que las mujeres trataron a menos pacientes por año (menor carga laboral). De ahí que aunque podamos sugerir que las médicas generan alrededor de un 4% menos mortalidad que sus compañeros varones  la realidad es que estos datos deban interpretarse con precaución.
Si que es cierto que es probable que la mujer reaccione de manera distinta delante el mismo problema, lo maneje de manera distinta, que su relación con el paciente aumente la confianza en ésta…por lo que a primera vista se deberían encontrar  diferencias.
Sin embargo, se ha argüido que aspectos relacionados con la conciliación de la vida familiar y laboral podrían influir en su rendimiento laboral (nótese que en dicho estudio, la mujer atendía menos pacientes al año), algo que el estudio de Tsugawa Y et al no lo corroboró.
Si que es cierto que en la actualidad nos damos cuenta como tal vez la feminización de la profesión médica exija más recursos humanos en un sistema carente de éstos (faltan médicos), habida cuenta que, según datos recientes publicados (Immedico  08-03-2022), existen importantes diferencias en las peticiones de excedencia de la profesión (del 7,3 al 2% de los hombres), en la reducción de la jornada laboral para el cuidado de los hijos, hasta casi tres veces más (del 21,5 al 8% de los varones), ..según una encuesta de la Universidad de Valencia sobre  2.084 médicos colegiados presentada hace escasos días. 
Y es que las mujeres acusarían más efectos negativos de la conciliación entre sus obligaciones familiares y laborales que sus compañeros varones; al padecer según esta encuesta  tendrían más estrés (75 frente a 69%), más insomnio (41% frente a 34%)  y más ansiedad (53% frente al 42%) que los hombres. Y es que existirían  diferencias según esta fuente por el diferente tiempo dedicado al cuidado de los hijos que se triplica entre las mujeres médicas (27 frente al 8,5%) que podría incidir en que tuvieran un mayor porcentaje de contratos eventuales, mayor reducción de la jornada laboral para cuidar hijos y más ceses en la actividad médica (72% frente al 49%) por responsabilidades familiares.
En fin, por lo que se ve la feminización ha mejorado en general a la profesión médica pero ha creado una realidad laboral  más complicada y creo que de no fácil solución.

Mateu Seguí Díaz
médico de familia

Seguí Díaz M.La irrupción de la mujer en medicina. Es Diari MENORCA.  28-03-2022:29
https://www.menorca.info/